La frase del hispanista Elliot, con la que he querido dar pórtico a estas páginas, es aplica-ble a muchas variables y a distintas formas de contemplar e intentar comprender esta tierra llamada España. Quizá en la intención de su autor su sentido original esté referido primor-dialmente a un aspecto cultural y, por lo tanto, político. Probablemente esa sea, también, la primera impresión que de su lectura pueda sa-carse. Se describe, así, un solar plural, una cir-cunferencia sin centro, un cruce de civilizacio-nes, un intrincado y terriblemente atractivo mercado persa... Eso era, y es -dice brillante-mente en 1965 Elliot-, España.