Consecrated life: the challenge to manifest God’s beauty.
Vida consagrada: el reto de manifestar la belleza de Dios.
Author
Gómez de Pedro, María Esther
Full text
http://revistas.ucn.cl/index.php/teologia/article/view/71710.22199/S07198175.2013.0002.00006
Abstract
From Aquinas' doctrine on beauty, and the identification of three conditions that beautiful bodies possess: integrity, proportion and clarity, is seen the way that those aspects are present on the consecrated life - in Aquinas' doctrine as in the last Pope's teaching. The consecrated one, as is specially dedicated to the supreme aim of men, God, tends to carity's perfection, which, supported by grace, is predisposed and prepared with the practice of virtues, specially on gospel's advices. Virtues take obstacle to achieve the ends, and also dispose an order according to the own nature. From charity to God and from this order or proportion, come charity's works, which are an irradiation of the love living inside. That way, in consecrated life, perfection gives integrity, virtues guarantee proportion, as charity towards God, united to all mentioned before, irradiates the clarity and splendour of God's beauty, in the charity of fraternal an brotherly love. A partir de la doctrina tomista de la belleza, y la identificación de las tres condiciones que poseen los cuerpos bellos: integridad, proporción y claridad, se aborda la manera en que estas notas están presentes en la vida consagrada –tanto en la doctrina tomista como en el magisterio de los últimos Papas. El consagrado, por dedicarse especialmente al logro del fin último del hombre, Dios, tiende a la perfección de la caridad, a la que, apoyada con la gracia, se predispone y prepara con la práctica de las virtudes, en especial de los consejos evangélicos. Las virtudes quitan los obstáculos para conseguir el fin y disponen además un orden acorde a la propia naturaleza. De la caridad a Dios y de este orden o proporción, manan las obras de la caridad, que son una irradiación del amor que vive en su interior. De esta manera, en la vida consagrada la perfección proporciona integridad, las virtudes garantizan la proporción, mientras que la caridad a Dios, unida a todo lo anterior, irradia la claridad y el esplendor de la belleza de Dios en la caridad del amor fraterno y del amor al prójimo.