Knowing God from its vestiges in creation.
Conocer a Dios a partir de sus vestigios en la creación.
Author
Chávez Aguilar, Pamela
Full text
http://revistas.ucn.cl/index.php/teologia/article/view/135210.22199/S07198175.2012.0001.00003
Abstract
This paper explores the knowledge of God from creatures, linking St. Augustine approach in Confessions (Conf. X, VI, 8-10) and the well-know Augustinian-rooted thought of St. Bonaventure, particularly in Itinerarium mentis in Deum. Both authors, in their difference, see, in contemplating creatures, a first moment in man's inner road to God which, though partial and in complete, is a prelude to the following steps. First, the perfection and beauty of creation points to its Creator. Then, the inner man discovers aspects of God in His "traces" created as evidence of His invisible perfection. Thus, creation is shown as a "book" open to man, who is called to interrogate and decipher His deeper words. Both thinkers are aware that access to God through creation is neither immediate nor accepted by all men; it is indicative of the need that will and the growth of love for God inside the human being accompany understanding, a fact that will in turn lead to a particular way of understanding knowledge and wisdom. The road opened by St. Augustine in the fourth century is followed nine centuries later by St. Bonaventure, who gave it his original seal and Franciscan spirit. Se explora el conocimiento de Dios a partir de las creaturas, poniendo en relación el planteamiento de San Agustín en Confessiones (Cont. X, VI, 8-10) y el pensamiento de reconocida raíz agustiniana de San Buenaventura, especialmente en Itinerarium mentis in Deum. Ambos autores, en su diferencia, ven en la contemplación de las creaturas un primer momento del camino del hombre interior hacia Dios, el cual, si bien es parcial e inacabado, es antesala de los pasos siguientes. Primeramente, la perfección y hermosura de lo creado señala hacia su Creador; luego, el hombre interior descubre aspectos de Dios en sus "vestigios" creados como indicios de sus perfecciones invisibles. Así, la creación se manifiesta como un "libro" abierto para el hombre, quien está llamado a interrogarlo y descifrar sus palabras más profundas. Ambos pensadores son conscientes de que el acceso a Dios por lo creado no es inmediato ni aceptado por todos los hombres; ello es indicativo de la necesidad de que junto al entendimiento concurra la voluntad y el crecimiento del amor a Dios en el interior humano, lo que a su vez lleva a una determinada manera de concebir qué sea conocimiento y sabiduría. El camino abierto por San Agustín en el siglo IV, es transitado nueve siglos después por San Buenaventura, quien le imprime su original sello y espíritu franciscano.