El Salvador continues to struggle with elevated levels of criminal violence perpe­trated by street gangs, drug trafficking organizations, members of the security forc­es, and other criminal groups. The Attorney General’s Office and courts have taken some positive steps towards tackling impunity for current and civil war-era crimes. However, a history of corruption and favoritism within those institutions continues to undermine citizens’ faith in the legitimacy of their actions. Finally, El Salvador confronts a challenging road ahead characterized by uncertainty over the implica­tions of an overturned amnesty law, low rates of economic growth, and a new U.S. president in the White House.El Salvador sigue luchando con altos niveles de violencia criminal perpetrada por maras, las organizaciones narcotraficantes, miembros de las fuerzas de seguridad, y otros grupos delictivos. La Oficina de la Fiscalía General de la República y los tribunales han tomado algunas medidas positivas hacia la lucha contra la impunidad para la corriente y los crí­menes de la época de la guerra civil. Sin embargo, una historia de corrupción y favoritismo dentro de esas instituciones siguen a socavar la fe de los ciudadanos en la legitimidad de sus acciones. Por último, El Salvador enfrenta un camino difícil por delante caracterizado por incertidumbre sobre las consecuencias de una ley de amnistía volcada, las bajas tasas de crecimiento económico y un nuevo presidente en la Casa Blanca de los Estados Unidos.