¿Se puede conocer y fundamentar la identidad de la persona mediante un criterio reflexivo-hermenéutico-literario que articule, asimismo, la memoria y la historia? Este es el interrogante que atraviesa el presente artículo. Apelamos, en este sentido, a un criterio estético-narrativo de argumentación, y proponemos a la literatura como práctica reflexiva y posibilitadora de un goce catártico-metafísico del sí-mismo. Podríamos adelantarnos y decir que sí es posible comprender uno de los aspectos de la identidad del ser humano, como aquel que deviene de la interpretación hermenéutico-narrativa, valga la redundancia, que se hace de sí misma, de los otros y con los otros una y otra vez creativamente. Vale decir, somos el personaje de nuestra propia comedia trágica. La identidad es posible por la interpretación reflexionante, comprometida, integrada y verdadera que hacemos de nuestro sí-mismo-como-otro, como trama histórica y leída, narrada, interpretada y reinterpretada dinámicamente en el tiempo.