Me ha parecido necesario, en 1991, mirar hacia atrás en la búsqueda de las primeras investigaciones arqueológicas hechas en el país y trazar algunas líneas del desarrollo de nuestra disciplina. Al ir recordando los hitos más importantes del desenvolvimiento de la arqueología, hemos descubierto continuidades y discontinuidades en los estudios iniciados hacia 1880 y que en el presente continúan cada vez con más fuerza y complejidad. Estos estudios constituyen una amplia tela con motivos y diseños comunes; hay sin duda alguna un conjunto de problemas que están en los comienzos de las investigaciones y que siguen interesando a los estudiosos del presente; hay también, cómo no decirlo, nuevos problemas, métodos y teorías que permiten urdir mejor el extenso tejido disciplinario. Cada cierto tiempo se reúnen datos novedosos, nuevos marcos teóricos, nuevas estrategias y se perfeccionan las técnicas cuantitativas y también los enfoques cualitativos.