The low capacity of the current democratic institutions to respond to the interests of citizens and meet their expectations is causing a crisis of representation. In this stage, the aim of this paper is to check if the political representation, understood as defence of interests, is still viable in the current historical moment. To do this, this paper seeks to quantify the time, in terms of hours, that each of the members of parliament would require to attend to the number and variety of interests of the citizens who voted for him or her in a year. The central argument is that, many times, the preferences of each of the voters in the district are contradictory to each other and, from the above, it is concluded that the representation, as defence of interest, not only exceeds the parliamentarian's available time, but is also logically insoluble.La escasa capacidad de las instituciones democráticas actuales para responder a los intereses de la ciudadanía y cumplir con sus expectativas está generando una crisis de representación. En este escenario, el objetivo del presente artículo es comprobar si la representación política, entendida como defensa de intereses, sigue siendo viable en el momento histórico actual. Para ello, se busca cuantificar el tiempo en términos de horas que cada uno de los miembros del parlamento requeriría para atender la cantidad y variedad de intereses de los ciudadanos que votaron por él o ella en un año. Se argumenta que, en muchas ocasiones, las preferencias de cada uno de los electores de un distrito son contradictorias entre sí y esto lleva a concluir que la representación, como defensa de intereses, es una función que, no solo desborda el tiempo disponible del parlamentario, sino que además es insoluble desde el punto de vista lógico.