The principle of publicity after the constitutional reform of 2005
El principio de publicidad después de la reforma constitucional de 2005
Author
Vega Méndez, Francisco
Full text
https://revistaderechopublico.uchile.cl/index.php/RDPU/article/view/4020110.5354/rdpu.v0i69.40201
Abstract
1. Principle of publicity vs. Arcana Empire
From classical philosophy, the distinction between the publicity of the acts of government and the so-called arcana imperii, according to the apt expression of Tacitus, already appears. Plato had the sad honor of initiating the defense of the secrets of power, and of the need for 'noble lies': "The truth deserves to be esteemed above all things [...] But the lie is something that, although it is of no use to the gods, it can be useful to men as a medicine, it is clear that such a drug must be reserved for doctors without private individuals being able to touch it [. . .] If there is anyone who is lawful to be untrue, it will be the rulers of the city, who can lie about their enemies or fellow citizens for the benefit of the community without anyone else being authorized to do so. And if an individual deceives the rulers, we will consider it a fault [. . .] so that if the ruler catches someone else lying in the city [. . .] will be punished for introducing such a pernicious and subversive practice in the city." 1. Principio de publicidad vs. Arcana Imperii
Desde la filosofía clásica, aparece ya la distinción entre la publicidad de los actos de gobierno y los denominados arcana imperii, según la afortunada expresión de Tácito. Correspondió a Platón el triste honor de iniciar la defensa de los secretos del poder, y de la necesidad de las 'mentiras nobles": "La verdad merece que se la estime por sobre todas las cosas [...] Pero la mentira es algo que, aunque de nada sirve a los dioses, puede ser útil para los hombres a manera de medicamento, está claro que una semejante droga debe quedar reservada a los médicos sin que los particulares puedan tocarla [. . .] Si hay pues alguien a quien sea lícito faltar a la verdad, serán los gobernantes de la ciudad, que podrán mentir respecto a sus enemigos o conciudadanos en beneficio de la comunidad sin que ninguna otra persona esté autorizada para hacerlo. Y si un particular engaña a los gobernantes lo consideraremos una falta [. . .] de modo que si el gobernante sorprende mintiendo en la ciudad a algún otro [. . .] se le castigará por introducir una práctica tan perniciosa y subversiva en la ciudad".