Teaching an Old Dog New Tricks: Intuition, Reason, and Responsibility
Enseñándole trucos nuevos a un perro viejo: intuición, razón y responsabilidad
Author
Setman, Stephen
Abstract
According to one highly influential approach to moral responsibility, human beings are responsible (eligible to be praised or blamed) for what they do because they are responsive to reasons (Fischer & Ravizza 1998). However, this amounts to a descriptive assumption about human beings that may not be borne out by the empirical research. According to a recent trend in moral psychology (Haidt 2001), most human judgment is caused by fast, nonconscious, and intuitive processes, rather than explicit, conscious deliberation about one’s reasons. And when humans do engage in explicit deliberation, it primarily serves to provide post hoc rationalization of their intuitive judgments (confabulation). If this is correct, it is tempting to conclude that most of our judgments—and the actions we perform on their basis—are not genuine responses to reasons. The reasons-responsiveness approach would thus appear to be committed to the implausible conclusion that we are not responsible for very much after all, including, most problematically, our implicit biases. I argue that the reasons-responsiveness approach can avoid this conclusion by showing three things: (1) that affective and intuitive processes can be reasons-responsive; (2) that the responsiveness of those processes can be bolstered by the agent’s environment; and (3) that practices like blame are one of the key ways in which human beings are attuned to reasons over time. I argue that the first and second of these items, despite their initial plausibility, are insufficient on their own to explain why humans can be held accountable for things like implicit biases, and that the way forward is to appreciate what holding each other accountable does—i.e., its effects. Según una teoría influyente de la responsabilidad moral, los seres humanos son responsables (pueden ser disculpados o culpabilizados) cuando tienen la capacidad de responder a razones (Fischer & Ravizza 1998). Pero esta teoría hace una suposición descriptiva sobre los seres humanos que posiblemente no es consistente con investigaciones empíricas. De acuerdo con una tendencia reciente en la psicología moral (Haidt 2001), la mayor parte del juicio humano es resultado de un proceso inconsciente, rápido, e intuitivo en vez de un proceso consciente, deliberado, y racional. Y cuando el ser humano participa en la deliberación consciente, generalmente esta sirve para dar una justificación post hoc de sus intuiciones (“confabulación”). Si este modelo es correcto, uno puede concluir que la mayoría de nuestros juicios no están basados en una respuesta genuina basada en razones. Así, esta influyente teoría de la responsabilidad moral parece llevarnos a la conclusión de que no somos responsables por muchos de nuestros pensamientos y comportamientos, incluyendo los prejuicios implícitos. En este trabajo discuto que esta conclusión puede ser evitada mostrando: (1) que nuestras inclinaciones y procesos intuitivos pueden responder a razones; (2) que estos procesos pueden ser fortalecidos por el ambiente del individuo; y (3) que las prácticas sociales, como la culpa, son una forma clave en que los humanos se ajustan a las razones. Argumento que los puntos primero y segundo, a pesar de su plausibilidad inicial, son insuficientes para explicar por qué los humanos somos responsables de cosas tales como nuestros prejuicios implícitos, y que el modo de progresar en relación con este problema radica en apreciar los efectos de las prácticas sociales tales como la culpa.