ARE eSPORTS SPORTs?
¿ES DEPORTE EL eSPORT?
Author
Bordes, Pascal
Martínez-Santos, Raúl
Abstract
When it comes to argue for the recognition of eSports as sports, physicality and real bodily commitment usually come first in the list of arguments and accounts. Nonetheless, there seems to be overlooked that both traits could be not pertinent, for every action takes place in a material world and every conduct has an impact on our body.
From the perspective of the physical education we flatly deny that competitive videogames be classed as sports, considering that the resulting action of their practice has no intrinsic value, fulfills no praxic function: motricity in eSports is substitutive, not constitute; between acts and results a screen that recodes the players’ behaviors interposes ; there no interaction, but e-teraction without consequences equivalent to those in sports; ultimately, there is not truly immersion in the here-and-now of the material world. Los deportes son una parte importante de los medios empleados en educación física. Por esta razón es imprescindible ser capaces de responder con solvencia a una sencilla pregunta: ¿es el deporte el eSport? Nos proponemos recoger el guante lanzado por el Comité Olímpico Internacional tras auspiciar la inclusión de videojuegos competitivos en el programa oficial de los Juegos del Sureste Asiático de 2019 y recorrer los límites epistemológicos que el eSport parece desdibujar, teniendo como referente aquello que nos distingue y diferencia en educación física: la acción corporal, las conductas motrices. Apoyados en la praxeología motriz, concluimos que en estos videojuegos el órgano de acción-control, el cuerpo humano y sus peculiaridades, queda separado física y materialmente de su efectividad respecto de la pantalla: la motricidad solicitada es de naturaleza sustitutiva, no constitutiva, sometida a una recodificación y digitalización que transforma las interacciones motrices en e-teracciones gráficas entre avatares. Ni los juegos deportivos ni la educación física van a quedar al margen de los imparables avances tecnológicos que nos arrollan, por lo que solo la claridad conceptual nos permitirá controlar y gestionar el impacto pedagógico de este proceso inevitable.