Esta contribución pretende pensar la compleja relación entre dos invenciones griegas, la democracia y la tragedia, detectando en ella una paradoja insuperable. Se articulan tres proposiciones: 1) la tragedia es política; 2) la dialéctica que pretende captar filosóficamente sus significaciones es democrática en su principio de mediación; 3) lo trágico se mantiene más allá de la dialéctica. La política democrática, en el sentido moderno, quisiera amortiguar la muerte. Consigna el esfuerzo inscrito en la finitud para eludir la muerte, para aplazarla, para dejar de pensar en ella. Su vocación es profundamente antitrágica. Sin embargo, es y sigue siendo trágica, porque se enfrenta a su propia tarea destinal e imposible de poner fin a lo trágico.This contribution aims to think the complex relationship between two Greek inventions, democracy and tragedy, detecting in it an insurmountable paradox. Three propositions are articulated: 1) tragedy is political; 2) the dialectic that pretends to philosophically grasp its meanings is democratic in its principle of mediation; 3) the tragic remains beyond the dialectic. Democratic politics, in the modern sense, would like to cushion death. It enshrines the effort inscribed in finitude to elude death, to postpone it, to stop thinking about it. Its vocation is profoundly antitragic. However, it is and remains tragic, because it faces its own destinal and impossible task to put an end to the tragic