dc.description | En “El artista como etno?grafo” (1996), Hall Foster hace hincapie? en el giro que ha dado el arte contempora?neo, a?mbito en donde se observan proyectos que buscan ex- tender la institucionalidad arti?stica hacia el trabajo con y desde la comunidad, dando paso a la reflexio?n teo?rica de la cultura y consecuentemente del arte.
En este contexto, Alzaprima va sumando ediciones y au- menta en ella el nu?mero de textos dedicados a investigaciones en que las fronteras y conexiones de la discusio?n se hacen cada vez ma?s complejas y diversas. De este modo, nos definimos en un campo de estudio –el de las Artes Visuales– que pareciera haber extraviado sus li?mites es- peci?ficos, propiciando un “hacer” interdisciplinario que apuesta por un sistema de procesos relacionales. Dicha multiplicidad disciplinaria nos permite, a la vez, marcar re- ferencias especi?ficas respecto a co?mo se investiga y co?mo esos saberes se legitiman en la experiencia de produccio?n de obra y sus respectivos marcos discursivos.
Por lo anterior, ma?s que zanjar li?mites o fronteras entre los diversos campos, o imponer determinadas definiciones, este nu?mero quiere destacar la vigencia del debate que surge desde la comprensio?n del contexto del arte. Asi?, lo investigativo sugiere una forma de experiencia que consis- te en un sistema operativo de anexiones y cortes, proceso en que distintos saberes –historia, antropologi?a, estudios decoloniales, sociologi?a e incluso desde otras disciplinas del arte como la literatura y el sonido– se articulan para generar condiciones que favorecen y vitalizan la aparicio?n de nuevos territorios arti?sticos-culturales.
Es precisamente esta condicio?n la que enfatiza este cuer- po editorial, pues cada uno de los arti?culos publicados va generando, a su vez, zonas de inflexio?n referencial, cruces teo?ricos y, por cierto, este?ticos. | es-ES |