En Chile, entre 1932 y 1945, surgió una corriente de tipo nacionalista que se desarrolló junto con diversos movimientos, partidos y conglomerados que, si bien presentaban disyuntivas ideológicas, compartían determinadas nociones políticas y sociales. En este contexto, fue necesario para los partidos nacionalistas —Movimiento Nacional Socialista (MNS) y Partido Nacional Fascista (PNF)— recurrir a herramientas comunicacionales para expandir de la mejor manera posible sus ideales políticos. Ambos priorizaron la utilización de signos y símbolos en los distintos medios de masificación, específicamente, en diarios y revistas, lo que les permitió plasmar, delimitar y expandir su propaganda de forma eficaz, pero críptica; la naturaleza interpretativa de los signos y los símbolos permitía una libertad también interpretativa tanto en sus partidarios como en sus enemigos políticos. Cabe destacar que esta simbología sigue siendo parte de nuestro presente, en el que las “redes sociales” han cambiado la forma de hacer y vivir la política.