En el nivel global la crisis ambiental se agudiza y pone en duda las capacidades político-institucionales de los Estados, así como los modelos de cooperación e intercambio para el desarrollo económico desde un enfoque sostenible. La mayoría de las naciones enfrentan problemas derivados del cambio climático y cada vez son más frecuentes las sequías, las inundaciones, las pérdidas de cosechas, las migraciones y la violencia que genera la inseguridad de un porcentaje importante de la población mundial. Si bien la mayoría de los países del mundo están trabajando de manera vertiginosa para dar respuestas efectivas a las consecuencias del cambio climático, delimitar el problema no es sencillo, ya que en las grandes ciudades (aquellas que tienen más de 10 millones de habitantes) se consume el 9.3% del total de la energía y arrojan cerca de 12.6% de residuos sólidos, pasando por los estados insulares que corren riesgo de desaparecer por el incremento en el nivel de los océanos, hasta las consecuencias socio ambientales que padecen los países menos favorecidos en Asía, África y América Latina (Montaña, 2015, p. 3).