Desde los años 60 hasta la actualidad, la humanidad ha estado forjando una teología encarnada y sanadora en América Latina y el Caribe, cuyos frutos se han extendido y diversificado en otras tierras. En Asia, África y Oceanía la fe cristiana también es interpelada por el clamor del pobre, por sus trayectorias espirituales, y por sabidurías diferentes a lo que predomina en el occidente cristiano. El nuevo paradigma teológico, incentivado por la irrupción de movimientos sociales, va más allá de la esfera religiosa, ya que abarca la profundidad de lo humano y cósmico y reconoce la dimensión espiritual en todo lo que existe. El discurso genuinamente creyente no es sobre un dios-objeto, sino que se refiere a estar con el Dios Vivo. Así, la teología latinoamericana se hermana con otras teologías de liberación, entendidas como modos de comprender y celebrar la fe en los márgenes del mundo, polifacética sabiduría espiritual en la praxis.