Entre la diversidad de formas que toman las actividades gastronómicas existe un espacio para la arquitectura. En la mayoría de los casos esta es un simple pretexto formal que se usa sin más interés que réplica, sin embargo, también es posible encontrar algunas excepciones que presentan ciertas implicaciones con el proyecto arquitectónico. Casos escasos de objetos híbridos, construidos con los ingredientes como materiales. Al interpretar estos cruces con la gastronomía no podemos considerarlos dentro de la arquitectura, pero sí detectar en ellos confluencias y divergencias con esta disciplina, ya que incluyen operaciones afines al proyecto de arquitectura en su gestación. Estas creaciones se ubican en una interzona gastro-arquitectónica, donde la arquitectura y la comida juegan para conformar estos efímeros objetos arquitectónico/comestibles.