Teniendo en cuenta el universo simbólico de las dictaduras cívico-militares del Cono Sur como contexto, el presente artículo busca reflexionar en torno a los alcances estéticos y políticos de la figuración de la diva en la performance de artistas locales, a través del caso de Ney Matogrosso (1941) y su reapropiación de Carmen Miranda (1909-1955). Desde una orientación teórica feminista en clave poscolonial, es posible sospechar que la figuración de la diva es estratégicamente infiltrada en su performance, desde una red de superposiciones estéticas que apuntan a desestabilizar el orden simbólico dominante, volviendo porosas las fronteras entre lo masculino y lo femenino, lo político y lo espectacular. La relevancia de este estudio reside no solo en la tentativa de dar luz a este “gesto paródico de oropel” (Castillo 92) desde sus posibles efectos estéticos, sino también aportar al campopoco explorado de sus implicaciones (micro) políticas en el contexto latinoamericano.