Para lograr una eficiencia económica en la asignación del recurso hídrico, se debe considerar el valor del agua en el mejor uso alternativo (Dinar, 1997). Esta necesidad se deriva del hecho que este recurso es escaso, por lo cual no es posible satisfacer todas las necesidades. Por ende, el agua debe tener un precio de escasez que permite racionar su disponibilidad entre múltiples usuarios. Una forma de lograr lo anterior es tarificar el recurso hídrico a su costo de oportunidad, su valor en el mejor uso alternativo (Dinar, 1997). A su vez, existen dos razones adicionales que justifican una tarifa sobre el recurso hídrico (Garrido, 1997a): 1. Los efectos perjudiciales para el medio ambiente que provoca indirectamente el uso del agua en la agricultura más intensiva. 2. El agotamiento de los acuíferos.