El análisis de la influencia del medio ambiente sobre la ocupación ha sido una constante desde los inicios de la disciplina. Algo que cobra, además, una especial relevancia a partir de la publicación, a principios de los años 80, de diversos modelos teóricos, especialmente la aparición y significativa expansión del Modelo de la Ocupación Humana (Kielhofner, 2008), que ponen de mayor relieve cómo se construye la ocupación en relación con un contexto dinámico y cambiante. De igual manera, una de las premisas que impregna el ADN de los terapeutas ocupacionales es considerar la ocupación como una fuente de salud. Y, aunque determinados contextos constituyen un reto para la justicia ocupacional al reducir o impedir las posibilidades para una participación ocupacional satisfactoria (Durocher, Gibson, & Rappolt, 2019), los efectos del cambio climático constituyen, en la actualidad, un desafío de enorme complejidad que nos debe llevar a los terapeutas ocupacionales a un compromiso urgente, profundo y decidido tanto a nivel personal como colectivo.