El auge de nuevas tecnologías y medios de desarrollo humano han transformado los escenarios laborales, los medios de producción y la forma de relacionarse entre las personas. Es una nueva realidad social, de gran complejidad, que desborda las estructuras económicas, políticas y culturales de los estados nacionales. La preocupación por el bien de la persona humana impulsa a la Iglesia a mirar la globalización, en virtud de la cual el mundo se organizaría como un único sistema social. La Iglesia se opone a una globalización que desconozca la unión indisoluble de los conceptos de medio ambiente y desarrollo, y propone una construcción solidaria de los derechos, a partir del amor en la humanidad que Dios mismo manifestó al hacerse hombre en su propio hijo. La Iglesia, a través de su Doctrina Social, enseña unos principios fundamentales a modo de alternativa a la globalización. Es una propuesta con miras a la construcción de una ciudadanía y convivencia por la paz de hombres hermanos.