Lo que va a emerger con la recuperación del Barroco Latinoamericano es la desfiguración de la dialéctica cultural con que se percibe la relación entre el colonialismo y la dependencia como una relación dada entre el cuerpo y el espíritu del capitalismo, vistos en términos de una narrativa de la bipolaridad. Ya sea como una crítica a la moral, o al individualismo, el barroco va a ir habilitando un cuestionamiento a los sentidos del erotismo como una expresión en que se interrogan las funciones del cuerpo y las constelaciones materiales que atraviesan y recorren las divisiones entre cultura y naturaleza. El problema para reconocer el sentido del ensayo y el barroco latinoamericanos es en este sentido particular: se trata de su agotamiento como instrumento de la transculturación y de su orientación como un discurso del mestizaje. Podemos decir que la rehabilitación del vínculo entre el barroco y el ensayo arranca del modo con que se aprecian las relaciones entre el cuerpo y el erotismo como una contrapartida a la lectura weberiana del desencantamiento moderno y la primacía concedida al espíritu del capitalismo.