Objective: To evaluate the family functionality of persons deprived of liberty in three penitentiary centers in Risaralda, Colombia. Methods: Cross-sectional study in one women’s prison – Dosquebradas – and two men’s prisons, Santa Rosa and Pereira. A random sample, stratified by gender, was calculated with a confidence level of 95%, for a precision of 5%. The FACES III instrument was applied after obtaining informed consent. Results: The participants ranged from 18 to 74 years of age, with an average age of 36. The average age was 36 years, with a standard deviation (SD) of 12 years. The highest obtained education level was 15 years, and the average was 6 years (SD 3 years). Length of incarceration in the penal institution varied between 1 and 15 years, with an average permanence of 8 years. According to the Olson Model, the 262 persons deprived of freedom who participated in the study belonged to the following type of families: 123 (46.9%) to balanced families, 96 (36.6%) to mid-range families, and 43 (16.4%) to extreme families. The cohesion evaluation found that 37.8% of the families were disengaged and/or enmeshed, and in terms of adaptability, 31.7% of the families were characterized as rigid or chaotic. There were no statistically significant differences by sex, except for the adaptability results. Discussion: In concordance with past research, the study population was young, with a low level of education and from low socioeconomic levels. While the Calarca (Quindío) study detected a higher degree of family functionality, that study used the familiar Apgar instrument. Conclusions: It is important to work with governmental agencies to strengthen relationships between people deprived of liberty and their families. As a part of this process, new security measures in penitentiaries should be considered, in order to facilitate improved quality of life and family satisfaction.Objetivo: Evaluar la funcionalidad familiar en personas privadas de libertad (PPL), en las tres instituciones penitenciarias del departamento de Risaralda, Colombia. Métodos: Estudio cuantitativo observacional de corte transversal, en PPL de tres establecimientos: uno de mujeres en Dosquebradas, dos de varones, en Santa Rosa y Pereira. Se calculó una muestra aleatoria con un nivel de confianza de 95%, diferencia esperada de 5%, estratificada por género. Previo consentimiento informado, se aplicó el instrumento FASES III. Resultados: Edad mínima, 18 años; máxima, 74. Promedio de edad, 36 años; escolaridad máxima, 15 años, con un promedio de 6. Permanencia en la institución entre uno y 15 años, con un promedio de 8 años. De acuerdo con el modelo de Olson, las 262 personas privadas de libertad pertenecían a los siguientes tipos de familias: 123 (46,6%) correspondieron a familias balanceadas, 96 (36,6%) a rango medio y 43 (16,4%) a familias extremas. Al evaluar la cohesión, se encontró que el 37,8% de las familias fueron desligadas y/o amalgamadas; con respecto a la adaptabilidad, el 31,7% de las familias se consideraron rígidas o caóticas. No hubo diferencias estadísticamente significativas por sexo. Discusión: Al igual que en las otras investigaciones, la población es joven, con bajo nivel académico, bajo estrato socioeconómico. En el estudio en Calarcá (Quindío) se encontró mayor funcionalidad familiar, aunque el instrumento fue el Apgar familiar. Conclusiones: Es importante trabajar desde los entes gubernamentales el afianzamiento de las relaciones entre las PPL y sus familias. Requiere redimensionar nuevas medidas de seguridad en los centros penitenciarios, facilitando una mejor calidad de vida y satisfacción familiar.