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dc.creatorBello López, Andrés
dc.creatorGarcía del Río, Juan
dc.date2019-11-26
dc.date.accessioned2022-12-01T19:14:39Z
dc.date.available2022-12-01T19:14:39Z
dc.identifierhttp://encrucijadaamericana.uahurtado.cl/index.php/ea/article/view/141
dc.identifier10.53689/ea.v1i1.141
dc.identifier.urihttps://revistaschilenas.uchile.cl/handle/2250/216467
dc.descriptionAños ha que los amantes de la civilización americana deseaban la publicación de una obra periódica, que defendiese con el interés de causa propia la de la independencia y libertad de los nuevos estados erigidos en aquel Nuevo Mundo sobre las ruinas de la dominación española: de una obra que, fuera de tratar los asuntos literarios más a propósito para despertar la atención de los americanos, concediese un lugar preferente a su geografía, población, historia, agricultura, comercio y leyes; extrañando lo mejor que en estos ramos diesen a luz los escritores nacionales y extranjeros, y recogiendo también documentos inéditos. ¿Cuántos de éstos, por la falta de proporciones para publicarlos en América, yacen sepultados en las arcas de los curiosos? ¿Cuántos perecen en manos de la ignorancia y la desidia, defraudando a la patria de noticias útiles, y a sus autores de la alabanza y gratitud públicas? Una obra como la que hemos indicado, al paso que conservase estas producciones interesantes, contribuiría probablemente a multiplicarlas; y cuando no se esperase recoger de ella otro fruto, creemos que éste solo debería recomendarla a todo americano ilustrado, que amase la gloria y el adelantamiento de su patria. En el estado presente de América y Europa, Londres es acaso el lugar más adecuado para la publicación de esta obra periódica. Sus relaciones comerciales con los pueblos trasatlánticos le hacen en cierto modo el centro de todos ellos; y los auxilios que la circulación industrial suministra a la circulación literaria son demasiado obvios para que sea necesario enumerarlos. Pero Londres no es solamente la metrópoli del comercio: en ninguna parte del globo son tan activas como en la Gran Bretaña las causas que vivifican y fecundan el espíritu humano; en ninguna parte es más audaz la investigación, más libre el vuelo del ingenio, más profundas la especulaciones científicas, más animosas las tentativas de las artes. Rica en sí misma, reúne las riquezas de sus vecinos; y si en algún ramo de las ciencias naturales les cede la palma de la invención o de la perfección, hace a todos ellos incomparable ventaja en el cultivo de los conocimientos más esencialmente útiles al hombre, y que más importa propagar en América. Dudamos también que una obra de esta especie pudiese darse a luz con igual libertad en ninguna otra parte de Europa; y el estado del arte tipográfico en América haría sumamente difícil la impresión de un periódico de tanta extensión como la que requieren los objetos arriba indicados. Tales fueron las consideraciones que tuvimos presentes para la publicación de la Biblioteca Americana, que empezó a salir en Londres el año de 1823. No se nos ocultaba la debilidad de nuestras fuerzas para llevar a cabo tamaña empresa; pero creíamos que en abrir solamente el camino hacíamos ya un servicio importante a nuestros compatriotas; y nos lisonjeábamos de que, reconocida la utilidad de la obra, y lo difícil del acierto, se nos auxiliaría con luces y noticias, y se mirarían con indulgencia los defectos de la ejecución, sobre todo en los primeros ensayos. No nos equivocamos en este concepto. El favor con que el primer tomo de la Biblioteca se recibió en América, excedió en mucho nuestras esperanzas. El número de ejemplares impresos, aunque considerable, no bastó a satisfacer la demanda; y de todas partes se recibieron comunicaciones lisonjeras, que alentaban a continuar la empresa y ofrecían auxilios para llevarla adelante. Obstáculos que no pudimos prever ni superar, habían ya suspendido la publicación del segundo tomo. Afortunadamente, la parte que han tomado en la de este periódico los señores Bossange, Barthes y Lowell, libreros en Londres, y Bossange padre, en París, nos permite poner otra vez manos a la obra, con la perspectiva de que su continuación no dependerá de contingencias semejantes a las que la interrumpieron la primera vez; de que un sistema mejor combinado en la distribución y circulación de los ejemplares los llevará a manos de los lectores trasatlánticos en el término más corto posible, aprovechando siempre las primeras ocasiones que se presenten en los puertos de la Gran Bretaña; y de que en las circunstancias cada día más prósperas de los nuevos estados, la constancia de nuestros esfuerzos para merecer la aprobación de sus ilustrados ciudadanos, y nuestra docilidad en seguir las indicaciones que se nos hagan, tanto en orden a la clase de materias como al modo de tratarlas, nos asegurarán su buena acogida, y los excitarán a favorecernos con materiales y comunicaciones. Desde luego nos hemos propuesto hacer la obra aun más rigurosamente americana que cual la concebimos y trazamos en nuestro prospecto de 16 de Abril de 1823; y con esta mira reduciremos mucho la sección de Ciencias naturales y físicas, limitándola a puntos de una aplicación más directa e inmediata a la América, y contentándonos bajo otros respectos con dar una ligera noticia de las mejores obras que de ellas se publiquen. En las otras dos secciones de humanidades y ciencias intelectuales y morales, es también nuestro ánimo descartar todo aquello que no nos parezca estar en proporción con el estado actual de la cultura americana. A estas variaciones en la sustancia acompañarán otras en la forma, con el objeto de hacer menor el coste, y más moderno el precio de la obra, que sólo tendrá ya una estampa, y de 300 a 320 páginas de impresión; pero que en limpieza y corrección tipográfica no será inferior a la Biblioteca. Nuestro periódico, diferente ya bajo algunos respectos del que publicamos en 1823, tendrá por consiguiente otro título. Pero el Repertorio Americano (que así lo nombraremos) seguirá puntualmente el plan de la Biblioteca en cuanto a dar un lugar preferente a todo lo que tenga relación con América, y especialmente a las producciones de sus hijos, y a su historia. Trataremos (como lo anunciamos en aquella obra) la biografía de los héroes y demás varones claros que han ilustrado nuestro país, acompañando, siempre que nos sea posible, sus venerables efigies. Por medio de ensayos originales y de documentos históricos, nos proponemos ilustrar algunos de los hechos más interesantes de nuestra revolución, desconocida en gran parte al mundo, y aun a los americanos mismos. Es también nuestro ánimo sacar a luz mil anécdotas curiosas, en que resplandecen, ya los talentos y virtudes de nuestros inmortales caudillos, ya los padecimientos y sacrificios de un pueblo heroico, que ha comprado su libertad a más caro precio que ninguna de cuantas naciones celebra la historia, la clemencia de unos, la generosidad de otros, y el patriotismo de casi todos. Adoptando bajo este respecto la opinión de un escritor distinguido, creemos que “el patrimonio de todo país libre consiste en la gloria de sus grandes hombres.” En una palabra, examinar bajo sus diversos aspectos cuáles son los medios de hacer progresar en el Nuevo Mundo las artes y las ciencias, y de completar su civilización; darle a conocer los inventos útiles para que adopte establecimientos nuevos, se perfeccione su industria, comercio y navegación, se le abran nuevos canales de comunicación, y se le ensanchen y faciliten los que ya existen; hacer germinar la semilla fecunda de la libertad, destruyendo las preocupaciones vergonzosas con que se le alimentó desde la infancia; establecer sobre la base indestructible de la instrucción el culto de la moral; conservar los nombres y las acciones que figuran en nuestra historia, asignándoles un lugar en la memoria del tiempo: he aquí la tarea noble, pero vasta y difícil, que nos ha impuesto el amor de la patria. Tendremos especial cuidado en hacer que desaparezca de esta obra toda predilección a favor de ninguno de nuestros estados o pueblos; escribimos para todos ellos, y el Repertorio, fiel a su divisa, será verdaderamente americano. Adoptaremos todo aquello que pueda ser útil, y hablaremos el lenguaje de la verdad. Amamos la libertad, escribimos en la tierra clásica de ella, y no nos sentimos dispuestos a adular al poder, ni a contemporizar con preocupaciones que consideramos perniciosas. ¡Felices nosotros si conseguimos, en premio de nuestras tareas, que la verdad esparza sus rayos por todo el ámbito del nuevo mundo; que la naturaleza despierte al ingenio de su dilatado sueño, y nazcan a su voz los talentos y las artes; que a la luz de la filosofía se disipen mil errores funestos; que civilizado el pueblo americano por las letras y las ciencias, sienta el benéfico influjo de las bellas creaciones del entendimiento, y recorra a pasos gigantescos el vasto camino abierto al través de las edades por los pueblos que le han precedido; hasta que llegue la época dichosa, en que la América, a la sombra de gobiernos moderados, y de sabias instituciones sociales, rica, floreciente, libre, vuelva con usura a la Europa el caudal de luces que hoy le pide prestado, y llenando sus altos destinos, reciba las bendiciones de la posteridad. El Repertorio Americano, Londres 1 de julio, 1826.es-ES
dc.formatapplication/pdf
dc.languagespa
dc.publisherDepartamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales Universidad Alberto Hurtadoes-ES
dc.relationhttp://encrucijadaamericana.uahurtado.cl/index.php/ea/article/view/141/140
dc.rightsDerechos de autor 2019 Encrucijada Americanaes-ES
dc.rightshttp://creativecommons.org/licenses/by/4.0es-ES
dc.sourceEncrucijada Americana; Vol. 1 Núm. 1 (2007): Revista Encrucijada Americana; 6es-ES
dc.source0718-5766
dc.source0719-3432
dc.titleEl repertorio americanoes-ES
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/article
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/publishedVersion


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