This essay aims to establish a dialogue between two renowned authors in philosophical and anthropological themes: Lluís Duch and Johan Huizinga. Duch proposes a reflection on existence itself based on the linguistic and morphological elements used in ancient Greece to explain, narrate, and argue the complexities of the human condition: mythos and logos. In this article, we want to examine Duch's argument and apply it to the study of history. If history, understood as a narrative of the past, is a creation of humans, then it is expected that the historical account has a significant share of mythological elements. To make our hypothesis plausible, we will study the philological bases of the terms in question: mythos and logos, and secondly, approach the topic of history, understanding it - mainly following J. Huizinga - as a spiritual product through which a generation "accounts for its past." In this way, by the end of our work, we hope to have demonstrated that the historical narrative of any time and place contains within it an important mythological element that should not be dismissed but rather demands the attention of philosophers, anthropologists, and historians.El presente escrito intenta poner en diálogo a dos reconocidos autores en temáticas filosóficas y antropológicas: Lluís Duch y Johan Huizinga. Duch postula una reflexión de la existencia misma según los elementos lingüísticos y morfológicos que usaron en la antigua Grecia para explicar, narrar y argumentar las complejidades de la condición humana: mythos y logos. En este artículo queremos examinar este juicio defendido por Duch en su obra y aplicarlo al estudio de la historia. Si la historia, entendida como relato del pasado, es creación propia del hombre, entonces es consecuencia esperada que el relato histórico tenga también una importante cuota de elementos mitológicos. Para hacer plausible nuestra hipótesis habremos de estudiar las bases filológicas de los términos en cuestión: mythos y logos y, en segundo lugar, abordar el tema de la historia entendiéndola -siguiendo principalmente a J. Huizinga- como producto espiritual mediante el cual una generación “rinde cuentas de su pasado”. De esta manera, llegada la conclusión de nuestro trabajo, se espera haber demostrado que el relato histórico de cualquier tiempo y lugar contiene en sí un importante elemento mitológico que no merece ser despreciado, antes bien, reclama la atención de filósofos, antropólogos e historiadores.