The lie as a sign of the appraisal of imagination in Hannah Arendt
La mentira como signo de la aporía de la imaginación en Hannah Arendt
Author
Olivares, Cristobal
Full text
https://revistas.ucsc.cl/index.php/revistafilosofia/article/view/211610.21703/2735-6353.2018.18.02.07
Abstract
The figure of the "genius" is necessary to understand, by analogy, how the Arendtian actor can exclude the possibility of lying and destroying the sphere of human affairs without undermining the capacity for action and the realization of political freedom, just as the Kantian genius cannot exclude the possibility of producing disgust (Ekel) in viewers without undermining the ability to produce works of art that can be judged as beautiful by them. By exposing this aporia of the productive imagination, I will show the reasons why Hannah Arendt conceived the need for a political thought that, through exemplary judgments, illustrates the actor's inherent vulnerability to political action. The actor should emulate the genius in this regard, that is, expose themselves to the taste of the audience to regulate those "excesses" or "vices" that disgust and that, in one of its political transpositions, we call "the lie". Necesitamos de la figura del “genio” para comprender, por analogía, cómo es que el actor arendtiano puede excluir la posibilidad de la mentira y de la destrucción de la esfera de los asuntos humanos sin menoscabo de la capacidad de acción y la realización de la libertad política, así como el genio kantiano no puede excluir la posibililidad de producir repugnancia (Ekel) en los espectadores sin menoscabo de la capacidad de producir obras de arte que puedan ser juzgadas como bellas por los mismos. A partir de la exposición de la aporía de la imaginación productiva, mostraré las razones por las cuales Hannah Arendt concibió la necesidad de un pensamiento político que, a través de juicios ejemplares, ilustre al actor sobre la vulnerabilidad inherente a la acción política. El actor debería imitar en esto al genio, es decir, exponerse al gusto de los espectadores para regular la obra de esos “excesos” o “vicios” que repugnan y que, en una de sus transposiciones políticas, llamamos “mentira”.