Incremental housing arises from the difficulty for vulnerable households to access a formal solution, which is why a housing minimum is provided. This generates challenges for public policy, since the inhabitants' own actions can affect the quality of housing, seen as a critical dimension for understanding energy poverty. This article uses Pierre Bourdieu’s spatial trialectics framework to study individual and community interactions in a 10-year-old incremental housing condominium. The goal is to highlight how families exposed to energy poverty also suffer from a lack of economic, cultural, social, and symbolic resources. For this, a mixed analysis model is used, which includes building surveys, in-depth interviews, and records of environmental parameters. The interpretation of the results shows that individual action under the precarious situation of the families themselves does not manage to configure a symbolic or physical space of collective representation with adequate materialization for the habitability of homes. This is expressed in unfavorable energy performance and indoor environmental quality conditions, highly linked to the constructive modifications undertaken. A systemic view is proposed to address energy poverty in incremental housing that incorporates the social fabric and community cohesion as critical elements with public policy perspectives.La vivienda incremental nace como respuesta a la dificultad de muchos hogares vulnerables para acceder a una solución formal, ofreciéndoles un mínimo habitacional como opción. Esto genera desafíos para la política pública, ya que la propia acción de los habitantes puede afectar la calidad de las viviendas, entendida como una dimensión clave para la comprensión de la pobreza energética. Este artículo utiliza un encuadre de la trialéctica del espacio de Pierre Bourdieu para estudiar las interacciones individuales y comunitarias en un condominio de viviendas incrementales con 10 años de antigüedad. De esta manera se pretende relevar la manera en que las familias expuestas a la pobreza energética sufren también la falta de recursos económicos, culturales, sociales y simbólicos. Para esto se utiliza un modelo mixto de análisis que incluye levantamientos constructivos, entrevistas en profundidad y registros de parámetros ambientales. La interpretación de los resultados deja ver que la acción individual bajo situación de precariedad de las propias familias no consigue configurar un espacio simbólico ni físico de representación colectiva, con una materialización adecuada para la habitabilidad de las viviendas. Esto se expresa en desfavorables condiciones de desempeño energético y calidad ambiental interior, altamente vinculadas a las modificaciones constructivas realizadas.