If design is defined as the art of projecting worlds, its purpose of expressing conscious intentionality can only be political. This idea places him professionally in his questions and answers within the field of modernity and political economy as a guiding expression of existing power relations. Projecting can be perceived collectively as both a liberating and coercive act, in which an autonomous and decolonial design represents conceptual recovery to bring it closer to local life. We postulate that questioning what we have created as material culture and how we can help create a social and environmental “possible other” through design is an ethical and political task that renews our perspective on know-how. This reflection is presented by recognizing some historical traces and underlining the need to create conditions conducive to installing a new mobilizing eroticism, a utopia whose interface allows us to think holistically with the world. In this way, it builds virtuous scenarios and a professional community coupled with social and environmental development, aware of the processes of historical accumulation of its discipline that allow the updating and validity of the field.Si el diseño es definido como un arte de proyectar mundos, sus fines como expresión de intencionalidad consciente no pueden ser sino políticos. Esta idea lo sitúa profesionalmente en sus interrogantes y respuestas dentro del campo de la modernidad y la economía política, como expresión orientadora de las relaciones de poder existentes. Proyectar puede ser percibido colectivamente como un acto tanto liberador como coercitivo, en el que un diseño autónomo y decolonial representa la recuperación conceptual para acercarlo a la vida local. Postulamos que cuestionarnos qué hemos creado como cultura material y cómo podemos ayudar a crear un “otro posible” social y ambiental desde el diseño es una tarea ética y política que renueva las miradas sobre un saber-hacer. Esta reflexión se presenta reconociendo algunas huellas históricas e intenta subrayar la necesidad de crear condiciones propicias para instalar una nueva erótica movilizadora, una utopía cuya interfaz permita pensar holísticamente con el mundo. Y, de este modo, erigir escenarios virtuosos y una comunidad profesional acoplada al devenir social y ambiental, consciente de los procesos de acumulación histórica de su disciplina que permitan la actualización y vigencia del campo.