Este artículo aborda la noción de agencia en torno a la salud intercultural concebida a partir de una concepción dialógica de las asociaciones indígenas y el modelo biomédico. Se analiza la principal medida acogida por el Estado chileno para fortalecer el proceso de desarrollo de los pueblos originarios al interior de la salud pública; el Programa Especial de Salud y Pueblos Indígenas (PESPI). El análisis nos conducirá a afirmar que esta política pública deja de lado elementos centrales de la noción de salud colectiva y su capacidad de acción. Produciendo una desarticulación entre la demanda por el derecho a la salud, autonomía y autodeterminación de los pueblos originarios y su capacidad efectiva para posicionarse como actores en torno al proceso de salud, enfermedad, atención y prevención vinculado a su sentido de pertenencia con el territorio y los determinantes sociales. Según el presente imaginario, este desajuste dificultaría las posibilidades de generar una estrategia definida por el criterio de pertinencia cultural orientada a satisfacer las demandas del pueblo mapuche, en pos del reconocimiento de su medicina desde un enfoque de derechos específicos.