El abandono de la concepción teleológica de la naturaleza en muchos científicos y filósofos se ha debido, en gran parte, al avance de las ciencias naturales: la física, la química y la biología. Reconozco la dificultad de encontrar un lenguaje adecuado para los enunciados teológicos, pero la cuestión, como intento mostrar a continuación, aún tiene hoy sentido. La teleología no se limita al mundo de la cultura. También puede hablarse de Teologia respecto de los procesos naturales. Las ciencias naturales no sólo no se oponen a tal tipo de concepción, sino que ellas mismas dan qué pensar en sentido teleológico. Por teleología entiendo aquí la presencia de las causas finales a la hora de dar razón de lo real existente, tanto en el mundo de la naturaleza como en el de la cultura. Nos hallamos en las fronteras de la ciencia, la filosofía y la religión. No ignoro los problemas que se han planteado y se plantean en un tema sobre el que han reflexionado muchos pensadores desde Demócrito, Platón y Aristóteles hasta comienzos del siglo XXI. ¿No presupone un cierto antropomorfismo la pretensión de explicar lo que sucede en la naturaleza por el recurso a las causas finales? ¿No sería más razonable limitar el ámbito de lo teleológico al mundo creado por el hombre desde su inteligencia y libertad?