La Ciudad, como el producto cultural más complejo que ha desarrollado nuestra especie, muestra con precisión tanto los valores que un grupo humano tiene, como los errores que comete. En ella se acumulan las obras de arte y de ingeniería más refinadas a las que un grupo humano llega y también los resultados de las contradicciones entre sus actos de habitar y el medio en que se encuentra inserta. Al respecto, por ejemplo, sabemos que los mayas colapsaron porque lo populoso de sus ciudades implicó necesidades de energía que los bosques aledaños no pudieron proveer; que la cultura Tiahuanaco posiblemente colapsó de enfermedades causadas por la mala disposición de desechos y que Versalles se construyó fuera de París en un intento de escapar de las miasmas en la ciudad producidas por la falta de sistemas de alcantarillado adecuados. Pero también esas ciudades nos maravillan por sus construcciones asombrosas que reflejan el refinamiento a que llegaron los seres humanos que las habitaron.