El cambio vertiginoso y cada vez con una mayor aceleración en que se encuentra nuestro mundo se ha venido manifestando en forma dramática, desde los últimos años del siglo XX, en el proceso que hemos llamado La Globalización. Este proceso, producto principalmente de la revolución de las comunicaciones, es hoy día de consecuencias insospechadas. Más que en ninguna otra época de la humanidad, no sabemos hacia dónde se dirige esta transformación de la cual somos actores y objetos. Pocos se atreven a vaticinar lo que será el mundo de mañana. En el lapso de los últimos diez años ha cambiado casi completamente la forma en que trabajamos y, en gran medida, la forma en que nos relacionamos unos con otros. En la Universidad, por ejemplo, se ha desarrollado una forma de trabajo que no existía hace tan poco como diez años atrás: la de grupos de investigación interdisciplinarios que en tiempo casi real se transmiten las respectivas partes de sus tareas desde distintos puntos del globo. Así ocurre en numerosos campos de desarrollo de nuestra sociedad.