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dc.creatorFollari, Roberto
dc.date2015-07-09
dc.identifierhttps://revistas.ubiobio.cl/index.php/TYE/article/view/1552
dc.descriptionEs característica de nuestra época la condición que algunos han denominado posmoderna: fin de los grandes relatos, desaparición de las utopías, desconfianza en la supuesta universalidad de la razón y de los códigos, desaparición del futuro como horizonte de promesas. Es este un fenómeno que -surgido en el capitalismo avanzado- se discute si le atañe o no a Latinoamérica. Quienes lo niegan se sostienen en una supuesta total exterioridad del subcontinente a la cultura europea; o en el señalamiento socioeconómico de nuestro diferente nivel de desarrollo. Sin embargo, asumiendo nuestra modernidad inconclusa y heterogénea (Brunner), la existencia de fenómenos posmodernos en el campo de la cultura parece innegable: G. Canclini lo ha trabajado en “Culturas híbridas” (cultura de zonas de frontera, videoclip, televisión satelital, posibilidades de viaje, pérdida de las identidades políticas, etc.).La avalancha de “crisis de la razón” es resistida por quienes se empeñan en un racionalismo “de principios”, al margen de las evidencias sociales de la época: expositivistas y filósofos analíticos, y algunos posmarxistas. La tarea de salvación se asigna a la filosofía de J. Habermas, la cual sirve de plano de convergencia de diferentes corrientes teóricas que sienten el vacío de fundamento posmoderno como peligroso e insoportable.Más que un análisis interno de la obra habermasiana cabe pensar su “lugar” social, como modo de oclusión de problemas que resulta decisivo pensar. Se equivoca el racionalismo al suponer que constatar la condición posmoderna es apoyarla; y también que rechazar filosóficamente esa condición pueda ser medio para superarla o anularla prácticamente.Se recae en la defección de Habermas, cuando su libro “El discurso filosófico de la modernidad”: no es con crítica a los teóricos posmodernos como se liquida la situación social que origina y sostiene el discurso de estos.El neo-racionalismo perdió las ilusiones clásica en una razón segura y aseguradora, en los criterios absolutos de evidencia; pero la noción de razón comunicativa ofrece el consuelo del mantenimiento de algún asidero. Esto impide pensar la especificidad de la nueva condición sociocultural existente para cambiarla; se resuelve el tema en el campo de la “fundamentación” filosófica, y no en el de la “fundación” práctica ligada a la investigación concreta de lo actual.Latinoamérica requiere ya el planteo de alternativas viables al neoliberalismo económico, que está arrastrando consigo la legitimidad democrática y llevando a la reaparición de los golpes de Estado. Esto exige política práctica, comprensión acabada de la nueva situación, y operación “más allá” del cerrado campo filosófico.Tal vez por ello autores latinoamericanos (Guariglia) desconocen que ya en nuestro subcontinente se ha diferenciado crisis de la razón y posmodernidad; y se ha advertido cuánto debe esta crisis a la modernidad misma (la “jaula de hierro” de M. Weber). Y se ha confundido lisa y llanamente la desconstrucción posmoderna con el irracionalismo de derechas, fundamentalistas y unificante, en una severa falacia política y teórica.es-ES
dc.formatapplication/pdf
dc.languagespa
dc.publisherUniversidad del Bío-Bíoes-ES
dc.relationhttps://revistas.ubiobio.cl/index.php/TYE/article/view/1552/1498
dc.rightsDerechos de autor 2015 Tiempo y Espacioes-ES
dc.sourceTiempo y Espacio; Núm. 3 (1992); 39-44es-ES
dc.sourceTiempo y Espacio; No. 3 (1992); 39-44en-US
dc.sourceTiempo y Espacio; N.º 3 (1992); 39-44pt-PT
dc.source0719-0867
dc.source0716-9671
dc.titleLa restauración nacionalista, o el miedo a la interperiees-ES
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/article
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/publishedVersion


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