LOS OTROS VIAJES DEL ARQUITECTO DIBUJOS DE UNA REALIDAD ESCURRIDIZA Y POSTERGADA
Author
Verdejo, Nicolás
Full text
http://www.revista180.udp.cl/index.php/revista180/article/view/9910.32995/rev180.Num-29.(2012).art-99
Abstract
No es novedad que para el estudiante y arquitecto, el viaje trasciende las épicas y románticas travesías de las que alguna vez habremos escuchado en la universidad: Le Corbusier en Atenas, India y Brasil; Aalto en España e Italia, o para los que quieran ir más allá: Marco Polo y sus registros bajo la tutela de Kublai Kahn. Muchos habremos emprendido, con cándido entusiasmo, la aventura de realizar un registro
dibujado o fotografiado de cuánto pudiese devenir en materia de estudio, o bien, sana complacencia. Muchos somos, también, los que no hemos podido eludir el momento de registrar los arquetipos iconográficos o postales de grandes ciudades del mundo. Pues bien, pareciera que rara vez en estos dulces testimonios de viajes se evidenciara una inminente y escurridiza situación: los desplazamientos. Y es que, en una ciudad
como Santiago, con sus ya conocidos problemas de crecimiento, los tiempos para llegar de un lugar a otro bastarían al silencioso literato
para escribir novelas enteras; al joven inquieto para escuchar la discografía de sus ídolos tropicales por altavoz; y a la abuela
para tejer su chomba. En esta oportunidad, en un viaje que varía entre el automóvil, metro, micro y buses regionales, es suficiente el tiempo para
un voyeur y su registro de una realidad que difícilmente se presta para ser capturada; esquivamente se regala para ser contemplada y habitualmente es menospreciada: está entre las faenas del día, el tráfago de las oficinas y el retorno al hogar. Es un tiempo abierto para sacar cuentas, pero a su vez no elaborado. Son dibujos que no tienen otro afán más que desafiar el hábito, retar el tiempo y plasmar
esta realidad efímera; poner en valor imágenes a menudo consideradas anecdóticas en 3 determinadas escalas: paisajes que van alternándose
y transformándose, cuerpos de pie o sentados que suben y bajan, curiosos rostros durmientes, pendientes, irritados, enjutos o frescos. El dibujo, como revólver de una sola bala, intenta recoger con precisión
y asertividad el perfil, a menudo seductor, de quienes ostentan grandes narices, ceños profundos o abultadas mandíbulas. Asimismo, en este caso (y no único), el dibujo es un conducto de re-creación que recoge lo que se ve, siendo bello o no, pero a la vez regala a lo registrado un nuevo sentido en la línea, en su luz y lenguaje.