Ciertamente, este es uno de los temas más socorridos al momento de evaluar el estado de la educación frente a los desafíos del cambio y a su necesaria adecuación a condiciones y circunstancias nuevas.Esta especie de evaluación permanente de la pertinencia educacional cobra especial relevancia, en un mundo que se mueve al compás del conocimiento, escenario que a su vez se ha tomado más vertiginoso y sorprendente. En efecto, si en los años 30 la masa y la calidad del conocimiento equivalían a 100, en 1960 ya equivalía a 200 y está calculado que para el año 2010 éste se renovará completamente cada 88 días. ¿Qué podemos inferir de todo esto desde la perspectiva de la educación? Ciertamente, los cambios en el campo del conocimiento tienen su réplica más inmediata en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, a la vez que éstos se transforman en fuerzas motivadoras del propio dinamismo y direccionalidad del desarrollo del conocimiento y, en consecuencia, también de la educación.