Las trayectorias vitales de los buenos profesores se explican por la ciencia que han elaborado a partir de su experiencia, que sin ser determinante, facilita y revitaliza la comprensión del rol docente al reconocerles historia, subjetividad y cotidianeidad. Eso constituye la fuente nutricia que atiende las complejidades del proceso educativo y el aporte sustancial de aquello que los profesores hacen efectivamente en las aulas. Permite sistematizar e identificar las implicaciones pedagógicas de esas prácticas y derivar consecuencias epistemológicas relevantes para la escuela. Las consecuencias imprevisibles de la difusión e imitación creativa pueden abrir espacios y tiempos de conocimiento a otros profesores que creen que no es posible superar las limitaciones de la escolarización. Creo en el imperativo ético de develar temas que por evidentes son ignorados de la ocupación investigadora, y de re-significar lo conocido desde relaciones hipotéticas inéditas que iluminen las complejidades del proceso educativo, para superar las tentaciones superficiales y complicadas que han llevado al sistema escolar a un aparente callejón aporético.