Informe Vendimia 2018
Author
Ingenieros Agrónomos Enólogos de Chile, Asociación Nacional de
Abstract
Las condiciones climáticas generales que caracterizaron la temporada son:
La primavera 2016 presentó alta luminosidad, favorable para la inducción de las yemas, como consecuencia de la mega sequía que afectaba en dicho momento a vastas regiónes vitivinícolas del país.
Un verano 2017 caluroso, luminoso y seco.
Invierno frío y lluvioso en 2017, que permitió suficiente acumulación de agua en el suelo y adecuada sumatoria de horas-frío, originando consecuentemente una buena brotación y floración.
En la primavera 2017 no se registraron heladas significativas, presentándose además adecuadas condiciones de temperatura y luminosidad, sin grandes lluvias. Esto produjo una excelente brotación de practicamente todas las yemas dejadas en poda, su posterior floración también fue positiva.
Desde diciembre de 2017 y hasta mediados de febrero 2018 las temperaturas máximas fueron moderadas en toda la zona central, lo que determinó una prolongada cuaja, pinta y maduración. Se puede generalizar que es un año de buena acumulación de días-grado (sumatoria sobre 10°C entre 15 septiembre y 15 marzo). De hecho, en un comparativo histórico de los últimos cuatro años; esta temporada 2017-2018 ocuparía el segundo lugar, después de la temporada anterior (2016-2017), con la diferencia que la acumulación de la temporada actual representa una curva normal sin picos como la temporada precedente.
Durante el verano 2018 hubo una alta frecuencia de vaguadas costeras, generando frecuentes y copiosas lloviznas matinales, bruma y condensación de agua. Esta situación, que se mantuvo durante marzo de 2018, tuvo consecuencias negativas desde el un punto de vista sanitario pero, como efecto positivo, contribuyó a reducir el riesgo de incendios forestales.
A comienzos del verano (diciembre y enero) las temperaturas fueron moderadas para luego, desde mitad de febrero, aumentar con algunos días de altas temperaturas, lo cual adelantó la acumulación de azúcares en variedades más tempranas.
A partir de la segunda quincena de febrero 2018 se produjo una brusca alza de temperatura, con máximas sobre los 35°C, acelerando los procesos de maduración de las variedades precoces. La cosecha se inició la segunda semana de febrero en algunos viñedos de Chardonnay, particularmente aquellos destinados a vinos base de espumantes.
Marzo fue un mes muy importante para el desarrollo de variedades de maduración intermedia y tardías; al presentarse moderado o fresco este mes resultó sumamente positivo, ya que las uvas fueron acumulando azúcares lentamente y sin gran perdida de ácidos, clave para obtener vinos de gran balance.
El otoño fue tranquilo, sin lluvias, lo que permitió que la mayor parte de las variedades más tardías pudieran ser cosechadas en fechas óptimas. En este sentido aquellas uvas destinadas para vinos de calidad donde se controla la producción el resultado fue bueno pues las uvas mantuvieron gran cantidad de ácidos naturales, maduraron los taninos en forma adecuada y los niveles de alcohol finales fueron adecuados.
A partir de marzo 2018 se produjo un descenso de temperaturas, con noches frías, lo cual permitió una maduración pausada de las distintas variedades.
Dadas estas condiciones climáticas, en términos generales, las características de la temporada se pueden resumir en:
Mayor desarrollo vegetativo y de racimos, con bayas más grandes, lo que determinó un aumento general de rendimientos, particularmente respecto a las dos cosechas anteriores. Esto, en la mayoría de los casos, significó volver a volúmenes normales de acuerdo al registro histórico de cada viñedo.
Lenta acumulación de azúcar en variedades blancas desde inicios de marzo, lo que determinó ventanas cortas de cosecha entre variedades blancas y tintas.
Inicio de cosecha, según variedades y zonas, con retraso entre 1 a 2 semanas respecto a fechas históricas de cada viñedo (promedio últimos cinco años).
Alta presión de Oídio (Erysiphe necator), que se manifestó especialmente en Casablanca, Curicó y Maule, causando problemas en aquellos viñedos que presentaron falta de rigurosidad en su calendario de aplicaciones preventivas.
En estos casos, la posterior aparición de condiciones favorables al desarrollo de Botritis (Botrytis cinerea) fue una inquietud importante en muchos viñedos, sobre la que se puso especial atención, sobre todo considerando que la condición de mayor humedad en el suelo favoreció un mayor desarrollo de copa, racimos más grandes y compactos.
Por otra parte, la prevalencia de enfermedades de la madera causadas por hongos, con alta incidencia en distintos valles y variedades, es un aspecto de preocupación permanente. Prácticas deficientes en cuanto a cómo realizar adecuadamente los cortes de poda inciden en esta problemática.
Desde ya varias temporadas atrás, la escasa disponibilidad de mano de obra es un elemento preocupante en algunas regiones; sin embargo, no se señala como crítico para esta temporada. El reciente menor dinamismo del sector minero respecto a temporadas pasadas y el aumento de inmigración explican en buena medida la mayor disponibilidad de mano de obra, situación que no ha incidido en el ritmo de incorporación de sistemas mecanizados en la vitivinicultura, la cual es una tendencia generalizada.
Los rendimientos en general fueron buenos, debido principalmente a racimos con mayor peso y bayas de mayor diámetro. Las uvas que se encuentran en el secano obtuvieron rendimientos cercanos a un año normal. La mayor producción se generó principalmente en viñedos con irrigación y sobre todo en la zona central, que en promedio estimamos en un 20% más que el año 2017 y levemente mayor al de un año normal.
En resumen, la temporada 2018 quizás va a ser considerada como una vendimia “poco común” ya que con buenos rendimientos de los viñedos se logró excelente calidad de vinos, con buena acidez natural, frescos, alcoholes moderados y buenos colores. Un año de más fineza y menos potencia.