Publicar no es empresa fácil. No lo es el hecho de encontrar el producto del pensamiento y de la reflexión sobre un determinado tema, que, luego de un examen crítico, hondo y minucioso, nos parezca digno de salir de la intimidad de nuestra conciencia para ser escrito y luego publicado, es decir, para ser hecho público, con todos los riesgos que ello implica. Publicar, exteriorizar ideas, pensamientos o elucubraciones, acción llena de un profundo sentido de alteridad, obliga también a la búsqueda de la mejor forma de expresión de un contenido en palabras, esas voces, como ha señalado Ortega y Gasset, simultáneamente deficientes y exuberantes, que dicen siempre menos de lo que se pretende y dan a entender siempre más de lo propuesto, dificultando, también siempre, la comunicación; e implica necesariamente poner a disposición de los demás dicho contenido, con la aceptación implícita de someterse a la crítica de los eventuales lectores. (extracto del artículo)