Los estudios realizados en torno al aprendizaje han sido numerosos a lo largo de las últimas décadas. Buscando una enseñanza eficaz, son muchas las investigaciones que se llevan a cabo al respecto. Uno de los resultados óptimos fruto de los estudios para la mejora educativa son los grupos interactivos. Éstos se muestran como alternativa pedagógica ante las clases magistrales en las que el profesor es el experto conocedor del contenido que se imparte en las aulas, mientras que el alumno es el aprendiz desprovisto de conocimiento. Frente a ello se erige un conocimiento compartido por medio de un aprendizaje dialógico y colaborativo que ofrece el espacio creado por los grupos interactivos. Esta metodología de trabajo dentro del aula es característica de las Comunidades de Aprendizaje sin ser exclusiva de ellas, extrapolándose a cualquier institución escolar. No obstante los rasgos específicos de las Comunidades de Aprendizaje ocasiona la relación indisoluble entre éstas y los grupos interactivos. El estudio que aquí se presenta versa sobre el análisis realizado en grupos interactivos a través de un trabajo etnográfico en una Comunidad de Aprendizaje situada en una zona de exclusión social.